viernes, 31 de octubre de 2008

Argentinos en Tongling

Roberto y Gonzalo Villarruel llegaron a Tongling el 23 de septiembre, dos días antes de mi viaje a Shanghai, a donde ellos me invitaron y con quienes compartí momentos de charlas, muchas sonrisas y comida bien exótica: pizza y lasaña.

Me trajeron algunos regalitos. (De más está decirles a todos que se agradecen prontas provisiones de yerba.)

Las fotos que siguen son de la cena que compartimos ese 23 con mis jefes de la Universidad de Tongling. Así que esa noche estaba rodeada de superiores!!!
Como pueden ver, no nos privamos de nada. Tuvimos una gran cena, y como siempre, el licorcito ese que te deja de cama.

Gracias Gonzalo, Gracias Roby por la invitación.
Y por supuesto, gracias Axel por encargarte de la yerba y por mandar unas líneas de vez en cuando.














miércoles, 29 de octubre de 2008

Shanghai no está tan lejos




Es una ciudad vibrante, luminosa, con sus dos caras. La moderna y la vieja.
La moderna Shanghai: increíbles edificios, formas futuristas, luces nocturnas que brindan o prometen la clase de vida nocturna que extraño.
La vieja Shanghai: ésta es la que más me emocionó, por la que más atracción sentí.
La China incomprensible, inasible, la que aparece en las películas, era la que yo quería ver y sentir. Los edificios tradicionales, las luces, el rojo invadiendo cada sector, esos lugares estaba buscando.
Y los encontré perdiéndome.
Respiraba profundamente mientras caminaba sola por las calles del barrio viejo, comiendo con los ojos cada detalle, cada color, cada movimiento. Respiraba profundamente y sonreía. No podía parar de decirme a mí misma: “Estoy en Shanghai! Estoy en Shanghai!” Caminé tanto por ese barrio. Durante horas miré mucho, escuché mucho (sin entender, claro). No quería irme, no quería dejar ningún detalle fuera de mi vista. Y, como siempre me pasa, me perdí. Y como siempre, no me preocupé por eso en ese momento. Y, como siempre, más tarde encontré el camino de vuelta.
Cuando me di cuenta de que estaba perdida, seguí caminando, cantando por lo bajito alguna cancioncita. Estaba emocionada. Pensaba, “Estoy tan lejos de mi casa, estoy en otro mundo, no hay nada, nada que me recuerde a Argentina, ninguna huella, ningún espejo. Estoy en China, estoy en Shanghai.”
Todavía me sigue emocionando mucho prestarle atención a esta realidad, la realidad de mi distancia, la realidad de mi nueva vida, de los nuevos esfuerzos cotidianos. Esfuerzos para aprender el idioma, para dejar mis prejuicios, para no olvidar que este es otro país, y que por lo tanto no tengo que pretender que las cosas sean como en el mundo que conozco.
En esos pensamientos estaba yo, promediando mi caminata por este auténtico barrio chino. Y mientras lo hacía miraba los objetos de una tienda (espejos pintados a mano, me dijo la vendedora). Estaba ahí, tan inmersa en China, en lo ajeno, en lo lejano, empezando a tener un poquito de nostalgia, cuando algo me sacó de mis cavilaciones. La letra de ‘No llores por mi Argentina” empezó a salir de algún lugar. Me desorientó. Por un momento no supe donde estaba. Empecé a buscar a alguien a quien contarle que esa canción hablaba de mi país, y quien era Evita y que no, claro que no, Madonna no tiene nada que ver con la historia argentina. Eso fue solo un musical que cuenta otra cosa.
Fue imposible. Me quedé como paralizada. Me quedé conteniendo las ganas de contarle a alguien algo sobre la música que sonaba.
Y esta canción que nunca me dijo nada, que nunca me emocionó en lo más mínimo, me pegó directamente en el pecho esta vez. Y por supuesto, en semejante situación y contrariando lo que la canción pide no hacer, se me piantó un lagrimón. Estaba ahí, en medio de Shanghai, rodeada por tanta China real, auténtica, del otro lado del Océano, perdida en todo sentido. Estaba ahí, sin ningún lazo con lo mío, con el reciente descubrimiento de que extrañaba mucho hablar español, con un sentimiento de felicidad por estar pasando unos días con personas con las que podía compartir los mismos códigos de comportamiento. Estaba ahí, creyendo todo tan lejano, cuando las palabras de esta canción me llevaron por un momento a mi casa y me hicieron pensar que después de todo, el espacio también, como el tiempo, a veces son inmensurables y subjetivos y por momentos parecen no existir. En el medio de este barrio, mi casa se me acercó inesperadamente y desde esa lejanía me di cuenta una vez mas, como tantas otras veces, desde otras lejanías, de cuanto la quiero, de cuanto la voy a querer siempre, aunque de vez en cuando necesite tomar distancia.





El barrio viejo







El jardin Yuyuan





Del otro lado del Rio Huangpu




El hotel Salvo
Mi dormitorio



miércoles, 22 de octubre de 2008

Nie Ling Zhi

Me regala alguna palabra todos los días.
Cada vez que viene a mi casa trae una gran sonrisa puesta en la cara y algo para comer.
Trae también sus ganas de aprender español y de enseñarme chino.
Es alegre y fresca.
Cada mensaje que me escribe está lleno de un afecto sincero.
El español que ella habla es dulce. Nunca entiende porque me sonrío tanto cuando hablamos. Es que habla despacito, suavecito, mirándome fijamente a los ojos como diciendo “Es así? Estoy pronunciando bien?”
Está enamorada del español y le encanta hablarlo conmigo.
“Veo que te gusta mucho reír,” me dice siempre, riéndose ella más que yo.
Le gusta compartir la cena conmigo. Son muchas las cenas que ya devoramos juntas.
Ella dice que aunque hace muy poco que nos conocemos, piensa y siente que soy su mejor amiga.
Y a pesar de que yo no puedo decirle lo mismo, si puedo decir que gracias a ella, a su compañía, a sus sonrisas y a sus dulcecitos , mis días acá son alegres, dulces y brillantes como ella. Y eso es algo que me hace querer a este lugar como si fuera mi casa.













Algunas personas

Algunas personas no saben, pero están convencidas de que no tienen nada que aprender. Todo por enseñar.
Algunas personas creen que viajar es llevar su sabiduría por el mundo. Una especie de evangelizadores del siglo XVII llevando a quienes no saben aún, las verdades de la civilización y de su dios.

Algunas personas carentes de humildad no entienden la riqueza de la diversidad. Tal vez porque le temen.

-“Pero qué haces en Tongling? Te están pagando una fortuna o qué?”, fue la primera de una larga lista de preguntas.

-“Quiero conocer China, eso es todo. Y por supuesto que no me pagan bien, soy profesora. Se presentó la oportunidad de venir y vine”.
Pero estos tres alemanes, dotados de oídos y de algún tipo de inteligencia, no podían entender una respuesta tan simple. Expliqué lo mismo varias veces con diferentes palabras, como hago cuando enseño. Fue infinitamente más dificil esta vez.

-“Y ustedes, qué hacen en Wuhu? Esta también es una ciudad muy pequeña.”
-“Nos pagan muy bien por estar acá.”
-“Ah.” Y no pregunté más.
Cambiamos de tema.

Bla bla bla y ja ja ja.

Y otra vez, la cuestión incomprensible, molesta:

-“Tongling! No puedo entender qué estas haciendo allá!”
-“Bueno, yo…(tranquila Stella, trata de explicarles)
-“Qué pasa en tu país? Se comen a la gente viva allá? Por qué venís de una ciudad como Buenos Aires a Tongling?
-“Es que me gustaría…(Respira Stella, capaz que están un poco borrachos)
-“Y que haces con todo tu tiempo libre? Dormís?”
-“Tengo algunos amigos chinos ahora y…(Stellita, Stellita, no los insultes, recién los conoces)
-“ Acá en Wuhu, por lo menos tenemos un bar, ja ja ja.”

Mi frustración fue tan grande, que en ese momento no pude evitar las lágrimas.

-“Cambiemos de tema. Hablemos de la próxima cerveza o de algo así.”

Silencio.
Algunas palabras que trataron de ser amistosas.
Ahora era yo la que no quería escuchar.

-“Ok, estoy bien. Solo cambien de tema.”

Silencio.
El que había insistido con preguntas sin molestarse en escuchar respuestas, estaba avergonzado. Me pidió perdón. No lo miré.
El otro dijo algo simpático. Me reí. Ja ja ja
Nos quedamos un rato mas en el bar y después cada uno su camino. Bye bye.

Me fui de Tongling a Wuhu a conocer a estos tres alemanes con los que alguien que no conozco me había puesto en contacto. Pensé que íbamos a tener algo en común, buenos temas de conversación.
Pero estas personas no podrían haber sido más diferentes a mí. No podríamos haber tenido intereses y actitudes más opuestos.

Y es que algunas personas no pueden entender otra motivación que no sea el dinero. Por eso no me entendían.
Algunas personas van por el mundo despreciando lo que no entienden , solo porque no lo entienden.
Algunas personas tienen la extraña certeza de que el mundo es tan pequeño y uniforme, que cada ciudad de cada país lejano o cercano, debería tener sus bares, su boliches y su inglés perfectamente hablado.

Espero que el sentimiento de rechazo haya sido mutuo.

Ah, y por cierto, no tengo fotos de esa noche.
Algunas personas no merecen que ustedes las conozcan.

martes, 21 de octubre de 2008

Tradiciones


El novio llega tempranito a la casa de los padres de la futura esposa.
Llama a la puerta.
No hay respuesta.
Llama otra vez.
Nadie contesta.
Insiste.
No hay señales del otro lado.

Entonces decide utilizar un medio más persuasivo. Por debajo de la puerta, pasa un sobre con dinero.
Como por arte de magia, la puerta se abre.
Están los padres. Ella no aparece.

Los padres no saben donde está, dicen.
El insiste.
Ellos no sueltan prenda.
El persiste en su reclamo.
Ellos persisten en su negativa.

“Si funcionó la primera vez, por que no una segunda?”, se pregunta él, mientras saca otro sobrecito con dinero que entrega a los padres.

Ahora sí , ahora sí se acuerdan de que su querida hija andaba por ahí.
La llaman.
Ella aparece. Hermosa, con su vestido de novia.
Pero sin zapatos. Y no puede irse sin sus zapatos. El tiene que encontrarlos si se la quiere llevar.

Después de mucho buscar encuentra uno. Minutos más tarde, con la ayuda de una amiga, encuentra el otro.

La novia está lista para dejar la casa.
Antes de partir, la madre le ofrece comida al novio como símbolo de amistad. Porque estos padres acaban de entregar a su hija a los padres del novio. De ahora en adelante ella, pasa a ser parte de su familia.

Pasada toda esta dramatización, que termina cerca del mediodía , la pareja se va a visitar a los padres del novio. Después, a ver a los amigos más cercanos. Más tarde recorren lugares bonitos para tomar unas bonitas fotos.

Y finalmente, cerca de las 19,00 hs.empieza la cena con los invitados.
Comen. Charlan. Brindan. Al cabo de 2 horas, todos están listos para irse a sus casas.

Y entonces sí , después de un día completo de partidas, llegadas, encuentros y comida, los dos están listos, para vivir felices y comer perdices, digamos, durante algún tiempito.

Tongling

Las dos veces que salí de Tongling experimenté lo mismo durante el camino de vuelta.
Las dos veces volví tarde, cuando la noche ya había caído. Estaba cansada y quería llegar. Hacía calor en el autobús. Había estado viajando durante varias horas.
Las dos veces me sorprendió el sentimiento que tuve al reconocer desde el micro los caracteres que significan “Tongling”.
Las dos veces pensé, “Por fin estoy llegando a casa”.


lunes, 20 de octubre de 2008

Festival de comida

Este es el nombre de uno de los eventos mas comunes en China. En todas las ciudades chinas se montan de vez en cuando, unos pequeños mercados, en los que se pueden apreciar las cosas mas extrañas e inusuales que uno ni siquiera se imaginaba comestibles.


Disfruten con la vista!



Los cocineros





Antes de morir dijeron: 'me parece que he visto un lindo gatito'






Ellos dijeron algo igual


Nada nuevo: arroz


Pero cocinado de una forma muy especial



Increíblemente sabroso!


Si, ella tampoco puede creer que alguien se la quiera llevar a la boca



El pequeño saltamontes chino, en persona, quiero decir, en saltamontes.




La familia saltamontes




Es la hermana de la otra.


Y estos, eran amiguitos de Nemo.





De todo un poco






Después de un sauna, están listos para la cena. Para ser la cena



Similar, pero diferente













Que? Que si estuve en un acuario? No, para nada. Esta es una sección muy especial de un gran restaurante en Wuhu (una pequeña ciudad en China, con 2 millones de habitantes). Como ustedes ya podrán imaginar, lo único que hay que hacer para tener un almuerzo fresco al instante, es señalar con el dedo al pececillo mas atractivo, y en unos minutos la fuyuyan (moza) lo trae convertido en un apetecible pescadito.
Y ya ven, después de todo el muestreo que les deje, ahora pueden decir "todo bicho que camina (que nada, que vuela, que se arrastra, en fin, que se traslada de un lugar a otro de alguna manera, aunque sea un poquito) va a parar al asador".