Tarde casi un mes en tomar posesión de toda la casa.
Hace dos días, marque mi territorio en el ultimo sillón que me quedaba por habitar. En ese momento pensé que yo había recorrido el camino inverso al que habían hecho los personajes del cuento.
El primer día, la primera mañana, no sabia que hacer con mi cuerpo en esta casa extraña. No sabia donde ponerme y mucho menos sabia que hacer con mis cosas. La valija quedo por desarmar durante horas.
Desayune, almorcé y cene frente a la computadora, hasta que note el gran sillón. Otro espacio por ocupar.
Un poco después aparecieron la mesa y las sillas, y entonces recordé las ventajas de tomar mis comidas ahí.
Y recién después de tres semanas, el sillón que nombre al principio se hizo ver.
Entonces lo habite. Y con ese acto final de hace dos días la casa finalmente cedió ante mi presencia.
Hasta hace dos días me había estado moviendo en un lugar reducido, estrecho, asfixiante, por momentos. No se que otras presencias –o ausencias – demoraron en mi la conciencia de cada rincón.
El espacio se abrió. Y solo ahora se me ocurre la pregunta: Recorrí el camino inverso al que hicieron los personajes de Cortazar, o habrán esos personajes salido aterrorizados hace dos días ante la extraña presencia que definitivamente había tomado su casa?
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