miércoles, 26 de noviembre de 2008

A veces me gusta desayunar livianito

Por ejemplo....
煎 饼 (Jian Bing)

包子 (Bao zi)

烧卖 (Shao mai)



lunes, 24 de noviembre de 2008

Una de enseñanzas

Estábamos en un bar. Los europeos con los que compartía la mesa querían una copa de vino. El mozo les explicó que sólo servían en botella. Se indignaron. Empezaron a tratar (en inglés por supuesto, porque todos en China tienen el deber de saber inglés) de explicarle al chico que ellos sólo querían una copa. El mozo no entendía. La indignación empezó a ser enojo. EL mozo trajo la botella. No la quisieron. EL mozo hizo de todo por entender, pero como no pudo, estos comensales tuvieron una razón más para pensar que todos los chinos son entúpidos.
“No me gusta esta actitud”, le dije al que estaba más cerca mío, “Es muy injusto.”
“Sí, yo sé que así parece Stella, pero nosotros les podemos enseñar mucho”.

Y esa respuesta me hizo pensar que hace 500 años el grupo de gente que “descubrió” América fue a ese continente con la noble idea de enseñar la verdad de su religión y las ventajas del “progreso” .

Hace algunas semanas uno de los europeos que trabaja en una empresa china, me confesó finalmente toda su indignación y disgusto por el modo de trabajar que tienen los chinos.
“Yo no sé si es porque son tontos o cuál es el motivo. Pero creeme, no entienden nada.”
“Cómo que no entienden nada? Si son profesionales. Seguro que tiene que ver con algo cultural y con el idioma por supuesto.”
“No, no entienden cómo funcionan las máquinas, ni los aparatos.”
Ese día, además de confesarme su disgusto, me confesó también que “bueno, es cierto que mi empresa le vendió a China unas máquinas que están en mal estado y que no cumplen con las reglas y que están fuera de uso en mi país. Pero, bueno, ellos deberían haber hecho un buen control.”

“Ah, entiendo. La culpa no es de tu empresa por haberlos engañado, es de ellos por haber confiado en ustedes. Veo que tienen (tenemos) mucho que aprender de ustedes todavía”


Las bondades de la civilización, que le dicen.

Alrederores de 铜陵 (Tongling)

Domingo nublado y buenos amigos...





viernes, 21 de noviembre de 2008

Aprendo a ver la riqueza de la diversidad.
Aprendo. Eso significa esfuerzo, enojo, frustraciones, sorpresas, desgano, motivación.
Y aprendo abriendo nuevamente mis oídos y mis ojos.

Muuuy bien

Cada vez que mis estudiantes contestan bien una pregunta, al final de cada explicación, o cuando cambio de tema, tengo la costumbre de decir, “muuuy bien.” Ellos al principio repetían estas palabras sin entender el significado. Con el pasar de los días aprendieron. Y cuando se dieron cuenta de que además, es una de mis muletillas, dejaron de lado la repetición.

Esta mañana llevé a la clase un mapa de Tongling y les hice varias preguntas sobre la ciudad: dónde están los hospitales, cuáles son las calles principales, cuántas universidades hay?
Todos los nombres, por supuesto, están en chino, así que yo tenía que pedirles que me los deletrearan.
Intenté pronunciar los nombres de las calles. Ellos me los decían despacito y después yo los repetía. Cuando terminé de decir el último nombre de las calles principales, escuché a mis espaladas un tímido pero sostenido “MUUUUUUUUY BIEN” que todos cantaron a coro. Me di vuelta lentamente con los ojos bien abiertos. Hubo como tres segundos de silencio. Después nos empezamos a reír como locos. Muy fuerte.
Y todos disfrutamos mucho de ese momento de pura complicidad.
Por lo espontáneo, por lo dulce, por lo genuino, por lo irrepetible.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Sorpresas para repartir

Laura me preguntó si podía ir a mi clase. Dudé. Pensé que si ella estaba ahí, mis estudiantes estarían muy distraídos.
Le dije que sí, después de pensarlo un poco.
“Vamos a decirles a los estudiantes que no sabés hablar ni inglés, ni chino y que si quieren comunicarse con vos tienen que hacerlo en español.”
Pobres mis estudiantes! Jugué con su curiosidad. Yo sé que una de las cosas que genera más excitación en mi querida Tongling, es la presencia de un extranjero.

Laura llegó y todos la miraban con visibles ganas hacerle muchas preguntas.
Al principio nadie se animó. “Ok, if you don’t have any question…bye bye Laura.” Y cuando Laura encaró hacia la puerta, todos gritaron: “No, no, don’t go!”
Entonces, la primera valiente se puso de pie. “Cómo te llamas?” Le preguntó en español. Y me miró para estar segura de que estaba pronunciando bien. Vino la respuesta.
Otro valiente: “De dónde sos?” “Alemania” Y nuestra primera dificultad. Alemania en chino se dice “Deguo”, y por eso no había posibilidades de que adivinaran. Pero Laura y yo empezamos: el mejor futbol de Europa, un país cerca de Francia, la capital es Berlín. Y Bingo! Uno de ellos dijo, “Ah, Germany!”. “Ok, se dice Alemania en español”, les expliqué.
Poco a poco fueron levantando las manos: “Cuántos años tenés? Qué hacés? Con quién vivís?”

Y yo me sentía como un padre que escucha hablar a su hijito por primera vez.

Después de 40 minutos de teatralización, le dije a Laura, “Te parece que ahora les podemos decir la verdad?” Y entonces ella empezó a hablar en inglés con ellos y después en chino. Los chicos no lo podían creer. Y al principio me miraron con una gran sonrisa, pero como diciéndome, : “Profe, no podemos creer que nos hayas hecho esto!”
Los dejé hablar durante 15 minutos. Hablaron en inglés y en chino. Después empezó la segunda hora. Laura me ayudó y ayudó a los chicos con sus ejercicios y con algunas dudas que tenían.

Y todos recibimos gratificaciones, regalos, sorpresas, ese día:
Mis estudiantes: la presencia de Laura por la motivación que les produjo conocer a una chica que con solo 17 años puede hablar 4 idiomas.

Laura: el contacto con todos estos chicos que la recibieron con tanta calidez y la posibilidad de hacer nuevos amigos
Yo: el placer de ver puesto en escena el trabajo que estuvimos ensayando después de más de un mes de clases.
Otra vez siento que fui la niña mimada, la que se llevó el mejor premio.
Y tal vez todos hayamos tenido ese sentimiento ese día.
Eso espero.

Tongling y su gente

Tongling es

Pequeña
Ruidosa
Adorable
Aburrida
Sucia, en algunas partes
Fácil, muy fácil de conocer
Amigable
Lenta
Simpática
Curiosa
Introvertida
Aburrida
Muy silenciosa (sobre todo después de las 11 de la noche)
Insulsa
Oscura
Monótona
Mo…nó….to….na
Cálida
Contradictoria
Intrigante
Aburrida
Aburridísima durante los fines de semana



¿Y te gusta? Me encanta!
¿Por qué? Por que me encanta la gente de Tongling.

La gente de Tongling es
Solidaria
Amable
Simpática
Brillante
Servicial
Silenciosa
Dispuesta
Inteligente
Compañera
luminosa
curiosa

Y mis amigos en Tongling

están siempre
Me ayudan siempre
Se ríen conmigo
Me enseñan mucho
Me visitan siempre
Son mi casa en este país extraño
Me escuchan
Comparten sus pensamientos y sentimientos conmigo

domingo, 16 de noviembre de 2008

El chino y yo. Etapas de amor y odio

“Es imposible, nunca voy a aprender. Ni siquiera quiero intentarlo. A quién se le ocurre distinguir palabras por tonos? Es un idioma hermético y antipático.”
Podría resumir así la actitud que tenía al principio hacia el chino.
Afortunadamente, con el correr de las semanas, poco a poco, o “yi bu yi bu” (paso a paso) como se dice en chino, se reveló otra actitud dentro mío. El chino y yo nos empezamos a hacer amigos. Y empecé a pensar que si estudio un poco todos los días, si presto atención, si trato de sumergirme más en el lugar y en las palabras, si miro a la gente cuando me habla, va a ser posible comunicarme.

A lo largo de estos dos meses pasé por las siguientes etapas:

Semana 1:
no querer salir de mi departamento. El primer día que tendria que haber salido sola, me la pasé toda la tarde tomando fuerzas. Después de inventarme una lista de inverosímiles excusas, finalmente me quedé en casa.
Semana 2y 3:
salir sin comprar nada en la calle. Buscar solo a gente que hablara inglés. Durante esos días salía y andaba para todos lados con mi mp4 escuchando Evanescence, Sting o León Gieco. Caminando por Tianjing Hu mucha gente me miraba y me saludaba en inglés. Eso me molestaba mucho y me hacía sentir más que nunca, lo introvertida, antipática y tímida que puedo ser.
Semana 4,5:
El coraje empieza a hacerse mi amigo. Entonces voy a comprar algo, pero solo si no hay otra persona alrededor. Puedo decir algunas palabras en chino, pero me da vergüenza si hay gente. Varias veces salí de mi casa con toda la decisión de ir a comprar dos “bao zi”, un desayuno típico, pero cuando llegaba a la tienda y veía a otras personas, seguía de largo.
Semana 6:
Mirar a la gente cuando me habla. El miedo se me empieza a ir y ahora casi no me da vergüenza decirles “Wo bu dong”, (no entiendo) o “shenme?” (que?). Desde que cambié esa actitud, es más fácil salir y tratar de hablar un poquito, muy poquito. Los miro y me río. Ellos se dan cuenta de que no entiendo y se ríen también. Entonces les digo “dui bu qi. Wo bu hui shuo zhongwen” (lo siento, no puedo hablar chino), pero como sé decir eso, ellos siguen hablándome y yo no entiendo y no entiendo y trato con todas mis fuerzas. Por suerte ahora me da risa, y no me importa porque quiero aprender.
Semana 7 y 8:
ir a comprar mi comida sin importarme si hay mucha gente alrededor. La vendedora de “bao zi” me conoce y sabe que eso me gusta y ahora cuando llego, también me gusta practicar un poquito con ella. Y también voy a comprar mi chaofan cerca de mi casa. Y la mujer de esta tienda, dale que te dale con la charla y yo que no entiendo, pero entiendo, porque ella me señala todo. Y como los números los sé, al final, todos felices. Yo con mi arrocito y ella con los 5 yuanes (al principio eran 3, pero como le puso 2 dan (huevos) y salchichas -no sé como se dice todavía en chino-, el precio se incrementa).
La semana pasada, caminando por Tianjing Hu, un hombre se detuvo cuando yo pasaba. Y se me quedó mirando fijamente. Entonces, yo contrariamente a lo que hacía antes, me detuve también y le dije. “Ni hao. Wo shi laowai.” (Hola, soy extranjera) Y el empezó a preguntarme cosas, las de siempre, dónde trabajas? qué haces?,cuánto tiempo vas a estar acá?, etc. Como yo no le entendía, el trató de decirme lo mismo en inglés. Y cuando yo entendí, le contesté en chino.
El último fin de semana:
repetir como loca todas las palabras que son familiares. Y preguntar “shenme yi si?”(qué significa?) y “zhe shi shenme?” (qué es eso), y “senme shuo?” (Cómo se dice?) todo el tiempo.
El sábado mi amiga Jing Jing me invitó a almorzar con su familia. Traté de comunicarme con los padres y de preguntarles sobre su familia, y de aprovechar cada ocasión para usar mis poquitas palabras y algunas frases. Yo los miraba a la cara, tratando de entender. Claro que no entendí la mayoría de las cosas, pero ahora sé que es la única forma de aprender.
Se reían mucho de mí, porque para tratar de fijar los significados y la pronunciación, yo adopté la posición de loro parlanchín. Entre mis amigos ahora me llamo Poly. Poly es el personaje de un libro que Jing Jing usaba para aprender inglés. Y este pajarito iba, a lo largo de toda la historieta, repitiendo todo lo que escuchaba en inglés. Como yo ahora con el chino.
“Quiero venir más seguido a tu casa, le dije a Jing Jing, así hablando con tus padres, voy a aprender chino más rápido.”
Decidí empezar a mirar los canales en chino. Gracias a eso, creí entender el significado de algunas frases, solo por el contexto en el que fueron dichas. Le pregunté a Jing Jing “ ‘Xiao shenme’ significa “de que te reís’?” “Sí, cómo sabes?” “Por una novela que estaba mirando en la televisión.” Y yo entonces me siento muy contenta conmigo y me doy una palmadita en el hombro. Y me digo, vamos Stellita, yi bu yi bu!

Ahora escucho música en chino, casi todo el día. Me gusta, hasta me parece dulce.

Y hace un rato nomás, dos amigos vinieron a visitarme. Uno de ellos habla un poco de español y el otro no habla ni inglés ni español. Qué bueno!, pensé. Si no habla ni inglés ni español, hablando con él voy a aprender más palabras!

Así, que ahora, el chino y yo estamos en plena etapa de enamoramiento. Cuando nos conocimos sentí hacia él, ese sentimiento de rechazo que se siente cuando se conoce a un hombre de quien se piensa: “Ni loca podría enamorarme de este tipo.”
Y ahora, hay pura atracción entre nosotros dos.
Si va a durar o no, no lo sé. No voy firmar la libreta todavía, ni nada parecido a un “hasta que la muerte nos separe” con el chino.
A veces pienso que me gustaría seguir estudiando cuando vuelva a Argentina. A veces pienso que ni loca.
Como dicen las parejas que van a vivir juntas “Quiero probar como es vivir juntos antes de casarnos.”
Por ahora nos llevamos bien. Espero que dure. Por lo menos mientras yo este acá.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Datong

Alguien me habló de este pueblo. Hay un templo budista, me dijeron.
Le conté a Nie Ling Zhi. Vamos? Y fuimos.
Llegamos. Durante casi una hora estuvimos caminando por el templo. El día estaba hermoso. Saqué muchas fotos. Muchas. Los colores del templo, el sol y las formas nuevas iban quedando registrados uno por uno. Mientras las iba sacando pensaba en el texto que iba a escribir para acompañarlas.
Cuando salimos nos encontramos con una nenita muy hermosa, muy tímida y curiosa. Se ofreció a servirnos de guía. Y nos guío callada, montada en su bicicleta, por las calles de este pueblito minúsculo olvidado en algún lugar del distrito de Tongling. Queríamos, creo, ir a ver un pez cuya particularidad es vivir únicamente en las aguas del río que cruza el pueblo.
Caminamos y caminamos por las calles silenciosas. Nada de asfalto, nada de ruido, nada de extranjeros, nada de inglés.
Nunca le confesé a Nie Ling Zhi que yo no entendía adonde íbamos. Ahora tengo que confesar también que no estoy segura de haber entendido aquello que escribí arriba sobre el pez. Yo solamente caminaba tras ellas.
Cuando llegamos a la margen del río para tomar la barca, estaba anocheciendo. El sol empezaba a bajar y los colores se desprendían de él posándose en el río y en todo lo que encontraban alrededor.
Otra vez, saqué mi camarita y empecé a querer guardarme esos lugares y momentos.

Y entonces ocurrió la tragedia: Un error de digitalización hizo que mi dedo apretara el botón equivocado y en un segundo todas las fotos que había sacado, se fueron a la basura cibernética.
Que decepción! Empecé a pensar en cuando podría volver para tomar otras , iguales o mejores que aquellas.
La barca llegó. Cruzamos. Alcanzamos el otro lado. Caminamos durante 20 minutos.( Yo seguía pensando en mi reciente pérdida.) El lugar, una especie de acuario, estaba cerrado. Se hacía de noche. De noche era cuando llegamos a la rivera para esperar la barca que nos llevaría de vuelta. Teníamos que esperar 30 minutos. Poco a poco fue llegando gente. Campesinos. Y con ellos, sus canastos iban copando el lugar. Verduras desconocidas, olores nuevos y tentadores. Tanto hombres como mujeres se metían en el río para refrescar la verdura.
Nie Ling y yo, sentadas, observábamos los movimientos.

La barca llegó. Todo el mar de gente se movió hacia ella. Había agua por todos lados. Y barro. Alguien se ofreció a alzarme porque vio que no tenía el calzado apropiado. Y crucé sin mojarme.
“Laowai, laowai” escuché varias veces. Y yo, como buena laowai (extranjera), saqué mi camarita y la dejé disparar varias veces.

La imagen que no les puedo mostrar: una extranjera que apenas empieza a hablar unas palabras de chino (digamos, balbucear) en una barca en el medio de un río cuyo nombre desconoce, se encuentra rodeada por más de cien campesinos chinos. Ellos no entienden que hago ahí. Y quieren salir en las fotos y me miran y se ríen y me quieren hablar y señalan sus canastos para que no me olvide de fotografiarlos.

Ellos cruzan el río cada noche para vender sus frutas y verduras al otro lado. Y ahí nomás, cuando bajan, montan su mercado nocturno. Tiempito después, así como llegaron, se van. Y así cada día, cada noche.

Las fotos del templo las perdí, pero las de esta ocasión son para mi infinitamente más valiosas.
Al templo puedo volver y la primera, la segunda o la tercera vez va a ser casi igual.
A esta barca, por primera vez, no puedo regresar. Y es el sentimiento de la primera vez en un lugar, en una situación como esa, lo que me pareció tan especial.